El efecto es mayor si se consume en la infancia.
El consumo de soja en la infancia podría reducir a la mitad el riesgo de desarrollar cáncer de mama, según sugiere un estudio del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de Estados Unidos publicado en la edición digital de la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention (2009;doi:10.1158/1055-9965.EPI-08-0405). El trabajo muestra que las mujeres con raíces asiáticas, que ingirieron mayores cantidades de soja en su infancia, tenían un 58% menos de riesgo de cáncer de mama.
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Según explica la Dra. Regina Ziegler, coautora del estudio, “históricamente, las tasas de incidencia del cáncer de mama han sido entre cuatro y siete veces superiores entre las mujeres estadounidenses que entre las de China o Japón. Sin embargo, cuando las mujeres asiáticas migran a los Estados Unidos, su riesgo de cáncer de mama crece a lo largo de varias generaciones y alcanza el de las estadounidenses”.
La investigadora añade que, en consecuencia, puede sugerirse la existencia de factores modificables en vez de genéticos responsables de estas diferencias internacionales. Es el caso del estilo de vida o de los factores ambientales, aún no identificados, razón por la que los investigadores llevaron a cabo su trabajo.
El estudio actual se centró en mujeres de descendientes de padres chinos, japoneses y filipinos que vivían en las ciudades estadounidenses de San Francisco, Oakland, Los Ángeles o Hawaii. Los investigadores entrevistaron a 597 mujeres con cáncer de mama y a 966 sanas. Si las mujeres tenían madres que vivían en los Estados Unidos, los investigadores entrevistaban a las madres para determinar la frecuencia en el consumo de soja durante la infancia.
Disminución del riesgo
Los científicos dividieron a las participantes en tres grupos en función del consumo de soja y compararon los grupos que tomaron más y menos cantidad de este producto. El consumo elevado de soja en la infancia se asoció con un 58% menos de cáncer de mama. Un nivel elevado de consumo de soja en la adolescencia y los años adultos se asoció con entre un 20% y un 25% de reducción en el riesgo.
La relación del consumo en la infancia se mantuvo en los tres grupos étnicos y en las distintas localizaciones de estudio, así como en las mujeres con y sin antecedentes familiares de cáncer de mama.
Como explica la Dra. Larissa Korde, directora del estudio, “debido a que los efectos del consumo de soja en la infancia no pueden explicarse por otras medidas que el estilo de vida asiático durante la infancia o la vida adulta, el consumo temprano de soja podría ser en sí mismo protector”.
Es más, el consumo de soja en la infancia se asociaba con un menor riesgo de cáncer de mama, lo que sugiere que el momento del consumo de la soja podría ser especialmente crítico. Aunque se desconoce el mecanismo que subyace a esta asociación, la Dra. Korde sugiere que el consumo temprano de soja podría tener un papel biológico en la prevención del cáncer de mama. “Las isoflavonas de la soja tienen propiedades estrogénicas que podrían producir cambios en el tejido mamario. Los modelos animales sugieren que la ingestión de soja podría dar lugar a una maduración más temprana del tejido mamario y aumentar la resistencia a los carcinógenos”, concluye la Dra. Korde.
Los investigadores advierten, sin embargo, que sería prematuro recomendar cambios en la dieta infantil. “Este es el primer estudio en evaluar el consumo de soja en la infancia y el posterior riesgo de cáncer de mama, y este único resultado no es suficiente para una recomendación de salud pública. Los descubrimientos necesitan ser replicados mediante más investigaciones”, comenta la Dra. Ziegler.
El consumo de soja en la infancia podría reducir a la mitad el riesgo de desarrollar cáncer de mama, según sugiere un estudio del Instituto Nacional del Cáncer (NCI) de Estados Unidos publicado en la edición digital de la revista Cancer Epidemiology, Biomarkers and Prevention (2009;doi:10.1158/1055-9965.EPI-08-0405). El trabajo muestra que las mujeres con raíces asiáticas, que ingirieron mayores cantidades de soja en su infancia, tenían un 58% menos de riesgo de cáncer de mama.
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Según explica la Dra. Regina Ziegler, coautora del estudio, “históricamente, las tasas de incidencia del cáncer de mama han sido entre cuatro y siete veces superiores entre las mujeres estadounidenses que entre las de China o Japón. Sin embargo, cuando las mujeres asiáticas migran a los Estados Unidos, su riesgo de cáncer de mama crece a lo largo de varias generaciones y alcanza el de las estadounidenses”.
La investigadora añade que, en consecuencia, puede sugerirse la existencia de factores modificables en vez de genéticos responsables de estas diferencias internacionales. Es el caso del estilo de vida o de los factores ambientales, aún no identificados, razón por la que los investigadores llevaron a cabo su trabajo.
El estudio actual se centró en mujeres de descendientes de padres chinos, japoneses y filipinos que vivían en las ciudades estadounidenses de San Francisco, Oakland, Los Ángeles o Hawaii. Los investigadores entrevistaron a 597 mujeres con cáncer de mama y a 966 sanas. Si las mujeres tenían madres que vivían en los Estados Unidos, los investigadores entrevistaban a las madres para determinar la frecuencia en el consumo de soja durante la infancia.
Disminución del riesgo
Los científicos dividieron a las participantes en tres grupos en función del consumo de soja y compararon los grupos que tomaron más y menos cantidad de este producto. El consumo elevado de soja en la infancia se asoció con un 58% menos de cáncer de mama. Un nivel elevado de consumo de soja en la adolescencia y los años adultos se asoció con entre un 20% y un 25% de reducción en el riesgo.
La relación del consumo en la infancia se mantuvo en los tres grupos étnicos y en las distintas localizaciones de estudio, así como en las mujeres con y sin antecedentes familiares de cáncer de mama.
Como explica la Dra. Larissa Korde, directora del estudio, “debido a que los efectos del consumo de soja en la infancia no pueden explicarse por otras medidas que el estilo de vida asiático durante la infancia o la vida adulta, el consumo temprano de soja podría ser en sí mismo protector”.
Es más, el consumo de soja en la infancia se asociaba con un menor riesgo de cáncer de mama, lo que sugiere que el momento del consumo de la soja podría ser especialmente crítico. Aunque se desconoce el mecanismo que subyace a esta asociación, la Dra. Korde sugiere que el consumo temprano de soja podría tener un papel biológico en la prevención del cáncer de mama. “Las isoflavonas de la soja tienen propiedades estrogénicas que podrían producir cambios en el tejido mamario. Los modelos animales sugieren que la ingestión de soja podría dar lugar a una maduración más temprana del tejido mamario y aumentar la resistencia a los carcinógenos”, concluye la Dra. Korde.
Los investigadores advierten, sin embargo, que sería prematuro recomendar cambios en la dieta infantil. “Este es el primer estudio en evaluar el consumo de soja en la infancia y el posterior riesgo de cáncer de mama, y este único resultado no es suficiente para una recomendación de salud pública. Los descubrimientos necesitan ser replicados mediante más investigaciones”, comenta la Dra. Ziegler.